Se dice que un músico vive de su oído, por lo que aunque actualmente la tecnología ofrece métodos
rápidos y sencillos para la afinación del violín y de muchos otros instrumentos, hacerlo de
forma manual ayuda a comprenderlos mejor y a ser independiente de otros aparatos digitales.
Lo ideal para
afinar el violín
es utilizar tensores, ya que las clavijas de madera resultan insuficientes cuando se trata
de cuerdas metálicas o sintéticas. El uso de las clavijas puede conllevar un exceso o falta
de fuerza, pudiendo llegar a romper la cuerda. Por ello el uso de los tensores está tan extendido.
Estos se colocan en el cordal del violín y se pueden utilizar para afinar las cuatro
cuerdas.
Como sucede con la mayoría de instrumentos, a la hora de
afinar el violín
se parte de una referencia. En el violín la afinación estándar parte de la cuerda la,
que tiene que vibrar a 440 Hz. En caso de que esto no suceda habrá que afinar primero esta
cuerda y a partir de la misma las otras tres. Para saber si la cuerda vibra a una frecuencia de 440
hertzios se puede utilizar otro instrumento como el piano.
Si se toca la tecla la1 y luego la cuerda la del violín
y producen el mismo tono quiere decir que la cuerda está afinada. En caso contrario se puede
utilizar un pequeño objeto llamado diapasón. El diapasón consiste en una esfera pequeña
situada en la punta de una pieza de metal, que en el otro extremo se bifurca en dos brazos. Para
generar la frecuencia fundamental solo hay que coger el diapasón del cuello (entre la bola y la
bifurcación) y golpear los brazos o varillas (en la rodilla, por ejemplo). El tono generado es el
que se tiene que conseguir en la cuerda la. Para ello hay que girar el tensor hasta
hacer coincidir las frecuencias.
Otra manera de comprobar si la cuerda la está afinada de acuerdo a la
frecuencia fundamental es golpear el diapasón en la rodilla y colocar la cabeza del mismo sobre el
puente del violín. Si la cuerda la vibra quiere decir que está bien afinada. Si no lo
hace se tendrá que mover el tensor hasta que lo haga ligeramente. Un método similar consiste en
colocar el diapasón vibrando justo encima del alma, sobre la tabla armónica. La vibración se
transmite al interior de la caja de resonancia y debería hacer vibrar la cuerda la. En caso
de no ser así, el sistema es el mismo: se giran los tensores hasta que vibre la cuerda. Si se
dispone de algún dispositivo electrónico que pueda generar el tono fundamental, la afinación
puede resultar más rápida y menos engorrosa.
Una vez afinada la cuerda del la se procede a afinar las otras
tres. Para ello se pueden emplear los tonos de otros instrumentos bien afinados como referencia
(igualándolos, al igual que en el la). En caso de no disponer de ninguno se puede utilizar
un sencillo método, consistente en hacer pasar el arco por dos cuerdas a la vez. Si las
cuerdas están bien afinadas se produce un sonido plano y armónico, mientras que si no lo están se
producirán altibajos en la vibración, en cuyo caso habría que utilizar los tensores para conseguir
el efecto deseado.