El origen del violín es incierto. Son varios los instrumentos y las culturas que podrían
haber influenciado en su creación definitiva, en el siglo XVI.
Trazar una línea temporal y certera de su creación resulta una tarea muy
compleja, ya que los antecesores del
violín
se pueden remontar hasta incluso 5000 años antes del nacimiento de Cristo, como es el caso del
ravanastrom indio. Los persas y los norafricanos también pudieron contribuir con el
rebab. Más cercanos en el tiempo, de la época medieval, se encuentran la vielle y la
rotta. Eran instrumentos basados en la cítara (factible origen también del
piano),
pero modificada para que pudiera ser ejecutada con arco. Estas modificaciones incluían por ejemplo
la incorporación del diapasón. En esa época también se desarrollaron mejoras para aumentar la
capacidad acústica del instrumento, como la incorporación de agujeros de distintas formas en la
caja.
Los parientes más cercanos del violín como se conoce hoy en día son la lira
da braccio y la viola da braccio. La evolución de estos instrumentos dio lugar al modelo
definitivo de violín en el siglo XVI, que no ha sufrido grandes cambios desde entonces. Fue al
norte de Italia, concretamente en la ciudad de Cremona. Curiosamente, su creación no vino
acompañada de popularidad. Otros instrumentos como el laúd, la viela, la vihuela, la viola da
gamba, la guitarra y la mandolina estaban mucho mejor considerados en aquella época. Sin embargo,
el italiano Claudio Monteverdi pensó que las características acústicas del violín encajarían
perfectamente como complemento de las voces corales de su ópera Orfeo, de 1607.
A partir de este momento el violín empezó a ganar prestigio en la sociedad y fue
cuando surgieron los grandes
fabricantes de violines
históricos de este instrumento, como lo son Gasparo Bertolotti de Saló, Giovani Paolo
Maggini, Andrea Amati, Nicola Amati, Giuseppe Guarnieri, Antonio Stradivari
y Jakob Steiner.
La época barroca fue el período de tiempo dorado en la
historia del violín.
Se trataba de un instrumento que llegó a considerarse tradicional en muchos países alrededor del
mundo, especialmente en América y Asia. Ha sido una pieza indispensable en las orquestas y muy
propia de grupos de cámara. Con el paso de los años fue introduciéndose en otros ámbitos y
culturas, llegando a formar parte de la música árabe, donde el músico lo tocaba apoyándolo en la
rodilla, como el chelo. También formó parte del folklore irlandés, donde era conocido con el nombre
de fiddle (fédula en italiano), así como en el argentino (en el tango), el brasileño
(relacionado con la Iglesia), el boliviano, el venezolano, el chileno o el mexicano. En menor
medida pero también notoria es su presencia en los estilos de música country y jazz. Algunos
violinistas
de jazz famosos son Stéphane Grappelli, Jean-Luc Ponty o Joe Venuti.
Los violines que participan en las orquestas actuales son de fabricación
moderna. Ofrecen buenos resultados acústicos por norma general pero no son ejemplares de violines
antiguos auténticos. Se dice que ya no es posible
fabricar violines
con la misma calidad que los del siglo XVII y XVIII debido, en parte, a las condiciones
ambientales, que influyen en el estado de la madera con que se fabrican. Los ejemplares actuales se
hacen de la misma forma (de acuerdo a las especificaciones barrocas) pero no son instrumentos de
época. Las piezas de violines antiguas reales son tremendamente caras y suelen estar en posesión de
coleccionistas.