Para tocar el violín se necesita, además del violín en sí, una resina especial.
Conjuntamente con esta también se pueden utilizar dos objetos adicionales que facilitan la labor
del
violinista:
una almohadilla especial de violín y una barbada. La almohadilla se utiliza al apoyar el
violín
sobre el hombro, de forma que no se clave y resulte más cómodo. La barbada es una pieza de
madera que sujeta el violín por la parte de abajo, permitiendo apoyar la barbilla. Como elementos
adicionales, un atril para colocar las partituras y un metrónomo para seguir el ritmo
son los elementos más utilizados.
Para un diestro, el violín se coloca sobre el hombro izquierdo una vez
colocada la almohadilla, formando una pinza entre este y la cabeza. Es imprescindible que quede
bien sujeto y que la posición sea cómoda, ya que si se trata de un principiante y se acostumbra a
una mala posición podría llegar a sufrir lesiones. El arco de violín se coge con los dedos
de la mano derecha; con cuáles de ellos dependerá de la comodidad del violinista.
Antes de empezar a
tocar el violín
hay que tensar el arco de violín con el tornillo, girándolo en el sentido de las agujas del
reloj. No se tiene que quedar ni demasiado tenso ni demasiado flojo. Luego hay que añadirle la
resina especial, también conocida como brea, pez de castilla o
colofonia. Se puede comprar en la tienda donde se adquiere el
violín
y es conveniente que la primera vez la aplique un experto. Cuando la extiende alguien por primera
vez tiende a añadir demasiada cantidad, dañando la crin y generando sonidos
chirriantes.
También es necesario conocer perfectamente el registro de sonidos que ofrecen
las cuerdas. Estas, una vez
afinadas,
dan un mi, un la, un re y un sol cuando no son pulsadas. De más fina a
más gruesa las cuerdas se conocen como primera, segunda, tercera y cuarta. Si no se pulsa, la
primera cuerda da un mi, pero al pulsarse cerca de las clavijas y juntarla con el diapasón
ofrece un fa. Si se sigue pulsando y la distancia a las clavijas aumenta se convierte en un
fa sostenido y luego en un sol. El proceso se repite hasta completar las dos octavas
y una tercera que ofrece cada cuerda. Con las cuerdas segunda, tercera y cuarta el procedimiento es
similar pero empezando por un la, un re y un sol, respectivamente.
Teniendo claro cómo se generan las notas en el violín solo hay que
conseguir soltura. Es muy importante habituar los dedos a los movimientos típicos necesarios para
tocar con fluidez, por lo que se requiere de mucha práctica y perseverancia. Las partituras de
violín se leen como cualquier otra del mundo de la música, por lo que es muy conveniente
dominar los símbolos, tempos y otros elementos típicos del solfeo.
Para los principiantes resulta una práctica común el empezar con un
pizzicato. Se trata de olvidar el arco y pellizcar las cuerdas con la mano derecha, a fin de
ganar soltura y acostumbrar a fijar la posición del violín. De esta manera se crean
automatismos en el cerebro, necesarios para una correcta y espontánea lectura de las partituras,
tanto si son desconocidas como si no.